El Aceite de oliva y el vino: Semejanzas y diferencias
Desde la antigüedad el aceite de oliva ocupa un lugar de privilegio en la dieta y la cultura mediterránea. La larga dominación romana sobre la península ibérica logró que el aceite producido aquí fuera conocido y apreciado a lo largo y ancho del mundo antiguo.
Pero en ese entonces existía también otra actividad a la que los romanos daban tanta importancia como a la producción de aceite de oliva, y es la fabricación de vinos.
No en vano ambos productos aparecen reseñados en numerosos textos antiguos, siendo el más conocido la Biblia, en donde se mencionan los usos medicinales y religiosos del zumo de aceitunas, mientras que el vino se utilizaba con propósitos recreativos además de religiosos.
Lo curioso de todo esto es que el aceite de oliva y el vino se encuentran hermanados de muchas maneras, empezando porque ambos son los productos estelares de la agricultura y la gastronomía española. Por otro lado, cuentan con algunas diferencias que mencionaremos más adelante.
Por ello te contaremos la relación que existe entre estos dos productos, y por qué ambos han influido de manera significativa en los mercados mundiales y en la cocina de hoy.
Paralelismo histórico entre el aceite de oliva y el vino
Para poder entender la relación que existe entre el aceite de oliva y el vino, debemos remontarnos a sus posibles orígenes.
En el caso del zumo de aceitunas, se estima que en año 4000 a.C se produjo el primer cruce entre una variedad africana y otra oriental, para dar con una especie con frutos grandes a los que se les pudiese extraer la mayor cantidad posible de aceite.
Ya para el año 2000 a.C el zumo de aceitunas se empleaba con fines cosméticos, y con el transcurso de los años el aceite de oliva se había convertido en un producto común en todas las regiones que formaban parte de la cuenca mediterránea.
En el caso del vino, existen indicios de la elaboración de bebidas derivadas de las uvas con azúcar añadida en los años 6000 y 5000 a.C., pero no fue sino hasta el año 3000 a.C., cuando se produjo el verdadero nacimiento del vino, que posiblemente se obtuvo de forma accidental.
La civilización egipcia en la edad de Bronce contaba con un desarrollo tecnológico sin precedentes. Las orillas del río Nilo se emplearon para el cultivo de la vid, mientras que con la cultura del olivo los egipcios comercializaban el aceite de oliva importándolo de Creta.
Finalmente los romanos, durante su época de mayor esplendor destacaban en el cultivo de la vid, y empleaban a los olivos como tutores, lo que hace que la relación entre estos dos productos se transformase en algo más elocuente.
Como dato curioso, actualmente se pueden ver este tipo de asociaciones, específicamente en Mas des Tourelles en Beaucaire, Francia, siendo un lugar en el que fabrican vinos tal y como se realizaba en la antigua Roma.
Semejanzas entre el aceite de oliva y el vino en cuanto a la salud
Y si hablamos de semejanzas, éstas son bastante remarcables. Respecto a beneficios para la salud, tanto el vino como el aceite de oliva contienen polifenoles que inhiben la acción del colesterol malo sobre el cuerpo, incrementan los niveles de colesterol bueno y protegen las arterias.
El aceite de oliva y el vino son productos utilizados en la lucha contra el cáncer. El vino contiene resveratrol, que tiene una función preventiva contra esta enfermedad, mientras que el aceite de oliva contiene vitamina E y antioxidantes que hacen frente al cáncer de mama.
Estos productos tienen en común los aportes significativos a una vida más larga. Quienes beben vino de forma moderada tienen mayores posibilidades de vivir más tiempo, pues éste es capaz de evitar la formación de coágulos sanguíneos, incluyendo además sus beneficios antioxidantes.
Por otro lado, el aceite de oliva tiene como virtud la fijación del calcio en los huesos, optimiza el proceso digestivo y alivia gran cantidad de dolencias. Aunque ambos productos no siempre ofrezcan los mismos beneficios, se complementan al consumirlos frecuentemente.
Otros elementos en común
Claro que no todas las semejanzas entre estos dos productos son en torno a la salud. Según el origen, el aceite de oliva y el vino derivan de frutas. No obstante, se requieren cantidades industriales de uvas y olivas para producir una botella de vino o aceite.
Otros factores que intervienen en la elaboración de vinos y aceites de oliva de calidad son el estado de madurez de los frutos, el proceso de elaboración, las características del suelo, el terreno de cultivo de vides y olivos, o bien el estado de la bodega o almazara donde se produzcan.
Tanto el vino como el zumo de aceitunas poseen denominaciones de origen, en las que se identifica la región de procedencia, así como también sus características.
Además se pueden elaborar con una sola variedad de fruto, llamándoseles caldos varietales, fabricados con diferentes variedades de uvas y olivas, conocidos comúnmente como vinos de corte y aceites, respectivamente.
Se suelen comercializar vinos a los que se les denomina “coupage”, ya que derivan de la mezcla de vinos de distinta graduación para obtener el vino ideal. También existen los aceites de oliva coupage, en los que se encuentran reunidas las mejores características de los zumos de aceitunas conocidos.
Para determinar las características sensoriales de un vino o un aceite de oliva, éstos son sometidos a catas profesionales, por lo que existen disciplinas que se enfocan en el estudio profesional de estos zumos naturales.
La ciencia que se ocupa del estudio de las propiedades del vino se conoce como enología, mientras que en el aceite de oliva la oleología es la que se encarga de estos estudios.
Diferencias entre el aceite de oliva y el vino
Por supuesto que no todo son semejanzas; basta que investiguemos un poco más sobre estos productos, y notaremos que ambos cambian con el paso del tiempo. El aceite de oliva lamentablemente no mejora con el tiempo.
El aceite de oliva pierde sus propiedades y aromas desde el mismo momento de la extracción, y llegados los dieciocho meses de vida ya se tiene un producto enranciado, ligeramente aclarado y no apto para el consumo. Por esta razón este aceite es lo más parecido a un zumo de frutas natural.
Con algunos tipos de vino sucede todo lo contrario, que mientras más añejos mayor calidad poseen. Y es que el vino cuando se fabrica debe pasar obligatoriamente por fermentación, donde encontraremos desde los vinos más dulces hasta los más secos, pero con el elemento alcohólico de por medio.
El vino suele caracterizarse por las tonalidades de blanco, rosado o tinto; en cambio el aceite de oliva se le clasifica por el nivel de frutado. Los aceites verdes se distinguen por sus aromas a hierbas, los maduros tienen aromas florales, mientras que los negros tienen toques de vainilla o chocolate.
Prestigio de los aceites de oliva y los vinos
Tanto el vino como el aceite de oliva son un referente cultural y gastronómico, ambos gratamente apreciados por los españoles. Nuestra cultura ha sabido obtener el máximo provecho a través de las recetas que conforman la dieta mediterránea.
Y es que son muchas las razones para sentir orgullo por estos dos productos, ya que los fabricantes de los mejores vinos y aceites españoles ponen su mayor esmero para que los consumidores se sientan satisfechos con el producto que compran.
Aunque estos productos se elaboran desde la antigüedad, no significa que la calidad de los mismos haya disminuido. Por el contrario, se han incluido mejoras en los procesos productivos del aceite y el vino, para que sigan llegando a cada hogar, y puedan deleitar los paladares a nivel mundial.
Lo que sí es seguro es que tendremos vino y aceite para rato. Por ello te aconsejamos que compres el vino de tu preferencia y lo acompañes con una comida aderezada con aceite de oliva. Sin duda ésta es una buena forma de celebrar la presencia de estos compañeros inseparables.